Alx era un pequeño imberbe de Toulouse que había planeado un viaje a Lyon para descubrir la Ciudad de la Luz. No conocía la ciudad en absoluto y estaba un poco perdido. Cuando llegó a la estación de tren, aprovechó para hacer algunas compras en el centro comercial Part Dieu con motivo de las fiestas de fin de año.
Estaba mirando los percheros cuando vio a Andolini, un joven guapo y musculoso vestido con unos ajustados pantalones de chándal grises. Alx no pudo evitar mirarle, fascinado por su complexión.
Andolini se dio cuenta y, con una sonrisa divertida, se acercó a Alx. Éste, un poco tímido, intentó apartar la mirada, pero Andolini le preguntó qué hacía allí solo. Alx explicó que estaba de paso por Lyon y que no conocía a nadie...
Andolini, aprovechando esta respuesta, se ofreció a reunirse con él en su casa para discutir un poco y explicarle los buenos lugares de la ciudad. Alx aceptó encantado de conocer a un lionés.
Una vez en casa de Andolini, Alx no pudo resistir la llamada del footing y acabó a cuatro patas sobre la cama de la habitación de Andolini para empacharse. La alquimia fue máxima y Andolini permaneció en el hoyo de Alx toda la tarde.
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