Andolini paseaba por la península de Lyon cuando entró en una encantadora floristería. Allí vio a dos amigos que parecían mantener una apasionada discusión sobre una variedad de iris.
Uno de ellos, Theo, afirmaba que el iris azul era el más bello de todos, mientras que el otro sostenía que el iris blanco era muy superior.
Andolini, intuyendo el potencial erótico entre los dos amigos, no pudo evitar unirse a la conversación. Compartió sus conocimientos sobre los lirios y explicó que la belleza de estas flores residía en su variedad y diversidad.
Para concluir este debate, Theo invitó a su amigo y a Andolini a descubrir juntos su colección de plantas verdes en su casa y a tomar un poco de té.
Aceptaron encantados la invitación. Pasaron la tarde en casa de Theo, donde Andolini consiguió sentar a todos a la mesa.
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