El tren de vuelta a Lyon fue tranquilo, nuestros dos famosos amigos de Lyon estaban cansados y tranquilos tras un fin de semana lleno de emociones. Andolini y Canaillou iban sentados uno al lado del otro, pero el ambiente era distinto al del viaje de ida. Estaban más tranquilos, más en paz, y se dejaban envolver por los recuerdos de París.
Andolini aún tenía un as en la manga y había conseguido colar una caja de los bombones favoritos de Canaillou. Sacó los bombones con delicadeza y se los presentó a Canaillou con una sonrisa de satisfacción. Canaillou tenía un brillo de deseo en los ojos y esta vez fue él quien le susurró al oído que le siguiera.
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