Andolini y Daddy, dos amigos de toda la vida, se reunieron un domingo por la mañana para dar un paseo a orillas del Ródano. Pasearon tranquilamente, hablando de sus planes de futuro y admirando las vistas de la ciudad de Lyon.
En el parque de la Feyssine, se fijan en un joven en ropa deportiva que corre por el sendero. Andolini se acerca a él para preguntarle la hora, a lo que el chico responde amablemente. Andolini le pregunta si le gusta correr y con qué frecuencia lo hace.
El chico, que se llamaba Kevin, contestó que le encantaba correr y que entrenaba todos los días para una importante carrera. Andolini intuyó que al chico no le desagradaba su equipo, que había resaltado con garbo como siempre.
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