Andolini vivía en un edificio pequeño y tranquilo en el corazón de Lyon. Era curioso por naturaleza y le gustaba observar a sus vecinos. Había notado la llegada de dos nuevos inquilinos, Baptiste y Antoine. Parecían simpáticos y Andolini no tarda en intentar conocerlos.
Se ofreció a ayudarles a transportar sus cajas cuando se mudaran. Los dos hombres aceptaron encantados y Andolini pudo charlar con ellos unos minutos.
Pero pronto se dio cuenta de que algo iba mal en su relación. Se había dado cuenta de que Baptiste solía hablar por el móvil mientras su pareja estaba en el trabajo, y Andolini descubrió que Baptiste utilizaba una aplicación de citas para buscar encuentros casuales.
Andolini lo había encontrado divertido, ya que había pensado que Baptiste y Antoine eran compañeros de piso, así que había decidido jugar un poco con ellos. Había empezado a observarlos discretamente, atento a los momentos en que Baptiste salía con otros hombres.
Pero el profundo placer de Andolini se vio satisfecho cuando consiguió pillarlos en el ascensor del edificio durante un momento sensual en el que consiguió que Baptiste se tragara su trozo delante de Antoine.
Con esta primera experiencia a sus espaldas, Andolini y su insaciable apetito conseguirán atrapar de nuevo a la joven pareja en los poco frecuentados áticos del edificio.
Andolini había sentido un gran placer al sorprenderlos, pero también había empezado a percibir cierta excitación en Baptiste por verse sometido a su paquete.
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